El trastorno del espectro autista, tambien denominado como transtorno Generalizado del desarrollo (TGD) o Trasnstorno del espectro autista(TEA) es un trastorno que impacta en la comunicación, la socialización y la conducta.
El trastorno del espectro del autismo (TEA) se presenta en 1 de cada 100 nacimientos (1%)
El autismo, o trastorno del espectro autista (TEA), es un trastorno del neurodesarrollo que se caracteriza por una serie de síntomas que afectan principalmente la interacción social, la comunicación y la conducta.
Falta de respuesta a gestos y miradas: Desde una edad muy temprana, los niños con autismo pueden mostrar una respuesta atípica a las señales sociales, como gestos, expresiones faciales y miradas.
Evitación del contacto social: A menudo, estos niños prefieren actividades solitarias y pueden mostrar una marcada tendencia a evitar el contacto físico o la cercanía con otras personas, lo que repercute en su desarrollo social y emocional.
Retraso en el desarrollo del lenguaje:Muchos niños con autismo experimentan un retraso en la adquisición del lenguaje, lo que puede manifestarse en una comunicación limitada.
Habla poco inteligible y ecolalia: Es frecuente que el habla de estos niños presente dificultades en términos de fluidez y claridad.
Es frecuente que el habla de estos niños presente dificultades en términos de fluidez y claridad. os niños con autismo pueden invertir el orden habitual de las palabras o asignarles significados propios y particulares, lo que complica aún más la comunicación con su entorno.
Patrones repetitivos de comportamiento: El TEA se asocia con conductas repetitivas y ritualizadas, como movimientos estereotipados (por ejemplo, aleteo de manos).
Preferencia por la rutina: Los niños autistas suelen mostrar una marcada resistencia a los cambios en su entorno o en sus rutinas diarias.
El TEA es una condición genética, aunque hasta el momento no se ha descubierto un único gen directamente vinculado con el autismo, sino que es el resultado de múltiples mutaciones en interacción con el ambiente. La ciencia considera que más de cien posibles genes distintos pueden estar implicados en el TEA, y los factores ambientales (como ciertas características de los progenitores o eventos perinatales) contribuyen en buena medida al desarrollo y evolución de la condición.
Durante los primeros años de vida, los niños experimentan un rápido desarrollo cerebral. Las conexiones neuronales se forman y se fortalecen a medida que el niño interactúa con su entorno y experimenta nuevas experiencias sensoriales y motoras. Esto incluye el desarrollo de habilidades motoras gruesas y finas, como gatear, caminar y manipular objetos, etc.
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